
El otro día decidí extraviarme en un par de librerías, pensé que serían los mejores lugares para olvidarse de las penas y consultar las novedades. Estuve dos horas en la primera y me fui con las manos vacías… Maryanne Wolf estaría decepcionada de mí, pero ya tenía todos los libros que podría leer en esta temporada, y es que después de asistir a una nueva feria del libro terminas con una frustración que sigo sin poder describir.
Así es, una nueva feria, ¿necesitamos una más? A riesgo de que me cancelen, quisiera decir que no. Pero quizá esa es la forma en la que las casas editoriales salen de sus cuevas (bodegas y librerías) y evitan ser olvidadas en “el rincón de las oportunidades”. Es un bonito eufemismo para no gritar “ayúdame a deshacerme de esto o tendrá que regresar a su editor para que lo triture”. ¿Qué pasa con el alma de los libros triturados? Siempre he pensado que muchos de ellos se publican para la basura, que es imposible saborear correctamente cada novedad, repasar un clásico o volver inmortal a otro.
En fin, al realizar mi recorrido, mi instinto me llevó inmediatamente a esa sección que nunca exploro ni por curiosidad; sí, esa de superación personal, hoy llamada “desarrollo humano”. Me sorprendí al tomar algunos títulos y leer su contraportada. Me sentí tentada por un par de libros de mindfulness y los típicos libros que hablan de lo que hacen los más exitosos del mundo, aunque sus consejos sean de lo más obvio y no te hagan descubrir ningún hilo negro. Ya sabes: levántate temprano, haz ejercicio, come sano y crece en una familia adinerada y con muchos contactos útiles. Sorprendentemente, ningún libro de este género estaba en la sección de oportunidades. ¿Qué te puedes llevar por 50 o 100 pesos? Yo te diré: historias de penes.
Continué del lado izquierdo, desconozco si en las grandes cadenas de librerías todos los libros se acomodan en la misma disposición, como en los supermercados; así, instintivamente, ya sabes a dónde te llevará tu cuerpo. Me topé con los libros juveniles. La sección de jóvenes tiene el peor diseño en portadas. ¿Quién habrá creado ese estilo, esa tipografía tan grotesca, esos colores tan metálicos? Habrá un estudio que sostenga que con esos diseños los jóvenes leen más. Investigaré. Me encuentro con muchos libros de los que mi mirada huye y en automático los cancela. ¿Discriminar a un libro por la portada dice más del lector o del editor? Otro misterio
sin resolver.
Llego a la sección infantil, mi favorita, algunas librerías tienen cojines para que los críos se sienten cómodos, abran un libro y lo exploren, nunca me atrevo a usarlos. Reviso los libros de las editoriales que amo y noto con decepción que sus precios siguen siendo inalcanzables. Me conformo con leer la historia y pensar que algún día regresaré. Leo y me desengaño otra vez, muchos se ven espectaculares con paletas de colores y tipografías vistosas, pero pocos se esfuerzan por contar algo. ¿Dónde quedaron las historias? Me equivoqué de sección.
Una edición más de Alicia en el país de las maravillas y me cuelgo… ¿Cómo es que los dinosaurios son tan populares?
Corro a la mesa de novedades, tiene al menos 50 publicaciones diferentes. Solo un libro me llama la atención, llámenme mezquina, pero ni ése me quise llevar.
¿Es posible que te pierdas de un buen libro solo por su portada? Otra vez el conflicto
de la forma versus el contenido.
Volteo y ahí está Fernanda Melchor, me grita, “llévame, llévame”, pero excede mi limitado presupuesto. Cuando menos, de la librería no sales con ese sabor a fiasco, pues, al final, se siente como ese lugar seguro en el que puedes arrepentirte, porque es posible regresar después. Algo que nunca sucede en una feria del libro, en donde es imposible explorar todo y no quedarte con los bolsillos vacíos. Para ir a las ferias es mejor ahorrar toda una vida. Así no sentirás que caminaste por horas sin encontrar nada y llevarte cualquier cosa para no irte solo a casa.
Vuelvo a ver a Melchor y me recrimina. ¿Acaso no te gusto tanto? Creo que no.
Curiosamente, La Odisea sigue encontrándose entre los más leídos a la par que Don Quijote de la Mancha (edición comentada) y que a La sombra del viento o Emma de Anabel Hernández. Los lectores son curiosos y eclécticos. Y a pesar de contar con tantas ediciones, no veo ninguna Alicia en el estante de los más leídos. Sé que es grandiosa. Sé por qué la obsesión. ¿Por qué no está aquí? El universo de Marvel e incluso Will Smith están de moda. No me sorprendió encontrarme entre los más populares WTF con el SAT, existe, ni con colores alucinantes y dibujitos algo tan diabólico gana simpatía. Y claro, no puede faltar el libro que reflexiona
sobre la más reciente pandemia, nadie escapa de la covid.
Noto que también en Novedades la mayoría de los libros tiene precios accesibles, pero mis ganas de tenerlos no son tan fuertes. ¿Me habré convertido en un lector oportunista? Otro desencanto para mi Wolf interior.
Opté por seguir mi recorrido hacia una librería de barrio. Mi sorpresa fue que sí necesito un poco de orden y una buena distribución de los libros para explorarlos a gusto. El TOC se apoderó de mí. Aunque notablemente más pequeña, la exploración me resultó más difícil. Por supuesto que en estas librerías encuentras muchos sellos editoriales que no tenías ni idea que existían, y seguramente muchos de sus libros no se posarán nunca en tu estante, mas son producto de una fina selección de libreros que tienen todo el tiempo libre para leer y recomendar lo que les gusta. Existen esas personas. Podrás sentirte más seducido por el ingenio que demuestran ciertas ediciones, pero el precio siempre será un factor para disuadirte. Al final compré un libro que quería regalar. Me dio un poquito de consuelo.
Seguí mi camino al amparo de una leve brisa, ese recorrido, al menos, me hizo olvidar la aflicción que me había llevado a la librería, hay cosas más tristes, como no contar con suficiente dinero para tener todos los libros deseados.
Así que si me preguntan cuál es el mejor lugar para explorar libros que ni te imaginas que existen: sugiero las ferias de libros, a pesar de que te pueden dejar sin comer un mes completo o todo un año, en algunos casos. Para quienes deseen recibir una recomendación genuina, vayan a su librería de barrio, es muy probable que encuentren a un librero que los guíe por el sendero de la revelación. Aunque si solo quieres reflexionar y olvidarte de los pesares de la cotidianidad, date una vuelta a una librería comercial y probablemente habrás salvado tu quincena de otra sopa de fideos.