¿Por qué parece que existe un culto por las letras mayúsculas en el universo de las oficinas? Están por todos lados, desde letreros, hasta memorandos, pasando por un infinito número de siglas.
Es posible identificar todo tipo de excesos en este tema, tantos, que ha sido un dolor de cabeza el simplemente crear este texto para quejarme, así que seleccioné uno: la mayúscula reverencial. Existe la noción de que diferentes cargos y títulos de autoridad deben ir con letra mayúscula inicial en todo momento sin considerar las circunstancias, de esta forma pueden encontrarse en diferentes documentos palabras como Presidente, Gerente, Dirección o Gobierno, escritas como para rendir pleitesía.
El Diccionario panhispánico de dudas (DPD) indica que van con letra mayúscula inicial los nombres de entidades e instituciones como Iglesia (la organización religiosa), o Gobierno (conjunto de organismos estatales); de manera que es correcto si un texto menciona que …el Gobierno de México aprobó el presupuesto…, pero es incorrecto si dice: El anterior fue un gobierno de alta ineficacia. Y la diferencia es bastante sutil, aunque necesaria. En el primer caso, se menciona a un organismo específico; mientras que, en el segundo, se habla de gobierno como un sustantivo común y así debe ser tratado (así es, los invito a que le falten al respeto a las gloriosas instituciones).
Por otro lado, están los títulos y cargos de dignidad: papa, rey, secretario, o director, que, usualmente, no llevan mayúscula inicial si van acompañados del nombre propio de la persona que ostenta el cargo: El papa Francisco está a favor del matrimonio igualitario; pero irán en mayúscula cuando el nombre propio se omita: El Papa funa a Dan Brown. En el ámbito laboral, por ejemplo, no es incorrecto si se escribe con mayúscula el cargo de una persona cuando es la destinataria de un memorando: Pablo Gómez, Director general.
Sin embargo, se abusa del empleo antes mencionado, especialmente, en el ámbito laboral de oficina, en el que las mayúsculas están presentes dentro de cualquier misiva, como si de una fórmula se tratara sin revisar el contexto: Me contactó el Director de la Empresa Hamacas Mariana…, o Los esperamos a todos en la junta de Gerentes. El DPD incluye ciertas excepciones al uso de mayúsculas en los títulos y cargos de dignidad, la mayoría de ellos aplicados a los miembros de las familias reales o en contextos legales o jurídicos. No obstante, estas excepciones dan pie a la ambigüedad[1].
Por último, de acuerdo con la Fundación del Español Urgente (Fundéu)[2], las palabras que indican disciplinas o profesiones no deben llevar mayúscula inicial, a menos que sean parte de un nombre propio o cuando se abrevien. Pero no es inusual que nos encontremos con casos como estos: El Arquitecto Hernández le solicita su presencia a la brevedad o Esperamos contar con el apoyo de, al menos, cinco Doctores para la Conferencia Magistral. En el primer caso, arquitecto describe el oficio de la persona, no un cargo de dignidad ni declaración de divinidad (que tampoco deberían ir en mayúsculas, por cierto); mientras que, en el segundo caso, doctores es un sustantivo común y conferencia magistral debe ir en minúsculas, a menos que sea el nombre exacto del evento (en muchas ocasiones no es así).
Llamé a este fenómeno «mayúscula reverencial», porque, a veces, es tan extensiva que parece una sutil herramienta para lamer las botas de los jefes. Por otro lado, es válido decir que este uso puede ser susceptible de revisión, según cada contexto, pero he de decir que en mi cotidianidad significa puro adorno vacío. Lamento si para el lector es decepcionante este texto, ya que lo escribí solo para sacar de mi sistema la molestia que me genera un uso tan bobo de una convención lingüística, pero son las consecuencias después de escribir cuatro correos y dos memorandos a primera hora de la mañana.
Saludos cordiales
[1] “Uso de mayúscula inicial independientemente de la puntuación”, en Diccionario panhispánico de dudas.
[2] “Uso de mayúsculas”, en Fundación del Español Urgente.
Un comentario sobre “Mayusculismo corporativo”