
Existen letras chiquitas en todos lados y hasta letras que simplemente no están ahí, pero lo están. Es decir, todos hemos tenido problemas para comprender algún tipo de comunicación, muchas de esas peleas en pareja o con la familia se deben a pequeños resquicios endiablados del lenguaje que salen con cada mensaje. Su campo de estudio es la semántica y el nombre de estos pequeños banshees del lenguaje es «implicaturas».
— ¿Me pasas la bufanda?
— ¿Cómo? ¿Qué no eres de Toluca?
¿Cuántos banshees podemos encontrar? La primera pregunta implica que la persona tiene frío y con esa fórmula tan simple nos imaginamos la escena de una conversación en un ambiente fresco o incluso invernal. Por otro lado, las dos preguntas con las que responde la otra persona contienen implicaturas interesantes:
- El interlocutor está sorprendido y pone cara de emoticono :O.
- El interlocutor asume que como la otra persona es de Toluca, no debería sentir frío (porque obviamente la grasa del chorizo y la barbacoa es protectora contra climas gélidos, se sabe).
- Toluca es como ese reino de hielo de Game of Thrones, pero en el centro de México.
Por supuesto que el hacer implicaturas conlleva riesgos, muy posiblemente respuestas sarcásticas o rudas (o bofetadas si los interlocutores no manejan bien sus emociones). Este tipo de implicaturas se llaman convencionales, pues se encuentran dentro de las palabras mismas de los mensajes.
Existe otro nivel, porque todo tiene un nivel legendario, llamado “implicaturas no convencionales” o “implicaturas conversacionales”. En ellas, es necesario distinguir el contexto en que se dice un mensaje para entender su verdadero significado. Es en este mágico lugar en el que comienza la verdadera diversión:
— ¡Me moría por comer tu sopa de nopales de nuevo!
— ¡Usted perdone, señor Ramsey!
Para entender las implicaturas de esta conversación es necesario comprender que la conversación involucra significados distintos a lo que las palabras denotan literalmente. La primera parte es sarcástica, no podemos ver la expresión de quien lo dice, pero es posible entender la conversación por la respuesta. En realidad, la primera persona odia la sopa de nopales de la otra y preferiría sufrir torturas indecibles antes que comerla de nuevo.
Por su parte, la respuesta del interlocutor implica que:
- La otra persona también cocina, pero no necesariamente mejor.
- Ambos conocen a Gordon Ramsey y es una figura de referencia común en términos de cocina.
- Esas disculpas también se dicen en tono sarcástico y no sincero.
- La relación de ambos es muy cercana.
Este tipo de implicaturas se acompañan de gesticulaciones y tonos especiales al emitir los mensajes, difíciles de describir y sólo explicables en contextos específicos. Hoy en día, pensamos poco en estos contextos y damos por hecho que muchos mensajes son literales (les estoy hablando, tuiteros), por lo que no nos haría mal una pequeña vacuna de semántica para recordar que nuestra comunicación siempre puede ser mejor o, al menos, podemos hacer un sarcasmo más culto.
Pero, ¿quiénes somos nosotros para juzgar?
[Sorbo al té]
Fuente:
“Implicatura”, en CVC Diccionario de términos clave de ELE, (17 de febrero de 2021).