
Todos los días me cruzo con personas que compiten por desplegar la manera más inverosímil de portar una mascarilla; ya sea debajo de la boca, colgando de una sola oreja o hasta invadiendo la zona de los ojos, pero usando lentes oscuros; no obstante, una de las grandes constantes es que solo se cubre la boca y no la nariz, lo cual es necesario para que el artilugio funcione medianamente bien. Reflexioné, entonces, si el problema estaba en que la palabra compuesta es poco incluyente con la funcionalidad real del objeto.
Una palabra compuesta es aquella que se forma a través de la fusión de dos palabras simples. Pueden ser compuestos propios, es decir, se integran en una sola palabra ortográfica: sacapuntas, abrelatas, portavasos, etc., o compuestos sintagmáticos, que pueden ir separados con guion (teórico-práctico, histórico-geográfico) o por un espacio (sofá cama, coche bomba). Existen otras palabras que pueden escribirse juntas en una composición propia o separada y mantienen el mismo significado (padrenuestro/padre nuestro, pavo real/pavorreal).
Pensé en la utilidad de palabras que describen exactamente la función del objeto y nada más, como sacacorchos o abrelatas, y que eso puede ser la raíz del problema con el cubrebocas. ¿Cómo mejorar esa palabra? ¿Acaso podría existir el cubrerrinobocas?
Resulta que en Cuba llegaron al uso de la palabra nasobuco, que resuelve el problema al describir perfectamente la función del objeto. Incluso han podido analizar la importancia que tiene el tener distintas variantes para designar al mismo objeto:
La riqueza de nuestra lengua, con sus variantes locales, legitima el uso de, al menos, tres vocablos para designar el cuadrado de tela con que cubrimos parte del rostro –boca y nariz– en medio de la actual pandemia: barbijo, mascarilla, nasobuco. Llámese como se llame, en parte alguna se dice que es prenda ornamental, o accesorio para llamar la atención.
Por lo que se nota en el resto del artículo, los cubanos también tienen a sus competidores usando el cubrebocas de manera estúpida. Algunos creen que es cuestión de una pretensión aburrida de uniformidad dictada desde la autoridad. Parece que, sumado a algunas de sus ventajas geográficas y demográficas, pueden contar con que la palabra más popular que utilizan ya trae la instrucción implícita. Lo demás es simplemente ganas de fastidiar.
Fuentes:
“Las palabras compuestas”, en Castellano Actual, (9 de marzo de 2021).
De la Hoz, Pedro, “Barbijo, mascarilla, nasobuco… no es prenda ornamental”, en Granma, abril 28, 2020, (9 de marzo de 2021).