El consentimiento o la libertad de decir no

Vanessa Springora, El consentimiento, Lumen, 2020. 

Para ser sincera, fue difícil abordar este texto. Tiene mucho qué decir en tan breves páginas, y tanto qué reflexionar gracias a la voz de la autora, que sería un poco injusto e ingenuo hacerle una reseña adecuada. No obstante, me dejaré ir como niño en tobogán y veremos si al final del camino el agua nos hunde o nos mantenemos a flote. 

El consentimiento es un libro que trata un periodo en la vida de la protagonista y autora; en particular, la relación de Vanessa con Gabriel Matzneff, un reputado escritor francés, quien es 36 años mayor que ella. Para que se hagan una idea, él más o menos le triplicaba la edad cuando comenzaron esa relación. Saquen su calculadora, si es que la aritmética mental les falla. 

Pues bien, justo esa síntesis fue lo que me llevó a la obra. Sí, debo confesar que fue un poco el morbo –esa atracción a algo repulsivo– detonado por un artículo de la BBC y que luego me embarcó en una búsqueda de artículos y notas que me llevaron hasta los intelectuales franceses en los años setenta en mayo del 68; luego, sobre el más reciente #metoo francés, el incesto, la pedofilia, la normalización de la violencia y la violencia sexual, hasta llegar a Rachael Wood y de regreso. Para entonces, me di cuenta de que en mi mente había una especie de colapso y lo que estaba leyendo sólo llegaba a cuentagotas a mi centro de procesamiento. 

Después de esa peregrinación digital fui directamente al proveedor de libros por internet más famoso del globo, al menos del lado occidental. Le di “envíamelo ya” y, en efecto, llegó en menos de 24 horas ¡estaba fascinada! No es una apología a este servicio ni el más deseable, pero en tiempo de pandemia es difícil acudir a librerías y encontrarse con la satisfacción de descubrir una obra o ver las novedades de tu editor favorito, en fin…

En lugar de prender la TV y buscar una serie (que por cierto, si alguien quiere recomendarme una, soy toda ojos), abrí el libro. La intención inicial era leerlo en una ida al baño, tan sólo el capítulo uno ya era indicativo de que no iba a cerrar el libro, pero el sueño me gobernó. Pasaron un par de días hasta que volví a él. Esta vez, reinicié mi avance y sólo paré para comer algo e ir al baño. Tiene un estilo sobrio, accesible y enteramente testimonial. La obra es un grito de liberación, para alzar la voz (este es el momento para reproducir “Sacar la voz” de Ana Tijoux) en letras de una editora, ahora escritora, que no tiene reparo en denunciar algo que le costó al menos la mitad de su vida resolver. 

La narrativa fluida, contada en primera persona, permite ir y regresar a los pasajes claves de la obra, padecer la realidad emotiva de la protagonista, sumergirse en la psicología de la adolescente, plantearse muchos paradigmas éticos y no distanciarse en ningún momento de lo que está ocurriendo. Plantea sin delación la supuesta capacidad del consentimiento que podría establecer una persona con sólo asentir e ir con la corriente, asumiendo que se es completamente consciente de tomar decisiones sin coerción y con la respectiva madurez que supondría una relación entre un adolescente y un adulto. Para mí, eso es pedofilia disfrazada de libertad sexual, esa que defendió una élite intelectual abogando por una liberación en todos los aspectos, incluso de los sentidos, y contraria a un Estado totalitario, pero esa es otra discusión que aún no me puedo aventar. Y no, no soy una hipócrita mojigata que se asusta de la sexualidad. 

La reflexión queda abierta; las dudas, los prejuicios, la manipulación, las heridas, el contexto hacen de este relato autobiográfico un festín de paradojas que remata en una tesis fundamental: ¿la manifestación expresa o tácita de deseo o voluntad es suficiente para decir que existe consentimiento?, la RAE dice que sí, la autora va más allá. 

En cualquier caso, extraños, los invito a darnos cátedra sobre las zonas oscuras de este texto o de cualquier idea descabellada que surja de él. Vale la pena desmenuzar la obra, inhalar profundamente y sumergirse en ella. 

Fuentes: 

«Consentimiento, morbo«,  en Diccionario de la Lengua Española, (13 de febrero de 2021).

Estébanez Calderón, Demetrio, Diccionario de términos literarios, Madrid: Alianza Editorial, (referencia, 2), s. v. «autobiografía», 1999, p. 66-68.

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