En uno de esos pocos lugares decentes del internet que frecuento, vi una selección arbitraria de las palabras más bonitas del idioma español. He de aceptar que me dejé llevar por el pensamiento de que, en verdad, algunas sonaban bastante bien; si le damos una oportunidad sólo a la experiencia estética, estas palabras tienen algo. En particular, me llamó la atención la palabra inefable, cuyo significado resulta ser poético en sí mismo:
Inefable
-
- adj. Que no se puede explicar con palabras. (RAE).
Es como si algún antiguo romano se hubiera preguntado, ¿qué palabra podría estar casi obligatoriamente en cualquier tipo de composición poética? Y ¡bam! El resultado es un vocablo que describe aquello que no se puede describir, ineffabilis, lo que nos habla, más que nada, de sensaciones y reflexiones profundas ante experiencias contadas en la vida. Pero, ¿cómo usar esta palabra?
Sin duda los poetas y prosistas a lo largo de los siglos han generado un amplio acervo:
“¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia! Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo sin haberlo soñado”. Carmen Conde
“Porque todo en el mundo es bello eternamente, y cada instante tiene su inefable emoción”. Rafael Lasso de la Vega.
“Decir la verdad es imposible; o es nefanda o es inefable”. María Zambrano.
¿Cuál es el patrón en estas frases? Acercar lo que sea que se esté describiendo a un plano emocional, más que hacer gala de cierta técnica; es decir, utilizar la palabra inefable es un tanto aceptar ciertos límites de la percepción sensorial (y cognitiva) y considerar que hay algo más allá que escapa a la capacidad de nombrar. En efecto, la palabra es tan estética porque cae en el terreno de lo metafísico, lo emocional o lo supernatural.
La palabra inefable, también parece ser una respuesta generalmente aceptable ante preguntas como: ¿qué tal estuvo ese viaje por el mundo? ¿Qué sentiste durante el nacimiento de tu hija? ¿Qué piensas de la sonrisa de tu mamá? Es una palabra óptima si se quiere impresionar a alguien o se está en pleno proceso de cortejo. Aunque cabe recordar que tanto en la lengua como en la barra libre, todo con medida; en otras palabras, incluso, se podría llevar una cuenta de las veces que realmente hemos experimentado algo inefable. Es posible que dicha cuenta se lleve con una sola mano. ¿Ustedes cuántas han tenido?
A manera de pura experimentación, ¿qué pasa si utilizamos este término en un contexto negativo? ¿Qué si lo unimos a los ámbitos de la tristeza, la ira o el nihilismo?
- Y así, me quedó la inefable sensación de tu partida.
- Inefable la muerte en cada casa después de la catástrofe.
- Tu inefable violencia me provoca correr despavorido.
(Pido una disculpa por la apresurada construcción de estas hipotéticas líneas, sólo tienen fines ilustrativos).
Desde mi perspectiva, la expresión funciona aunque de manera burda y algo se pierde en el proceso. La palabra parece ser un sustituto de algo que sí puede explicarse, pero al final se posterga (odio, enojo, frustración); aunque confundir emociones y dejarse sobrellevar por ellas al grado de no saber definirlas es algo intrínsecamente humano también. Así que aunque el uso es amplio… no, no cualquier cosa es inefable, o al menos hay que pasar por un instante de reflexión antes de decidir que lo que se experimenta en determinado momento lo es.
Sean todos bendecidos por Cervantes, ¡Id y buscad lo inefable!
Fuentes:
“Inefable”, en Diccionario de la Lengua Española, (9 de febrero de 2021).
«Inefable«, en Significados, (9 de febrero de 2021).
“Inefable: significado y ejemplos de su uso”, en Smyth Academy, (9 de febrero de 2021).
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